Las puertas interiores

Aunque son elementos secundarios en el esquema decorativo de una vivienda, las puertas de interior juegan un papel más importante en la decoración de lo que pensamos ya que se han convertido en un elemento más de nuestra casa.

A la hora de elegir una puerta de interior es necesario que tengamos en cuenta las características de nuestra vivienda, el diseño del espacio, el uso que va a tener, donde va a estar ubicada y la función real que le vamos a dar  (si van a separar espacios, si son de acceso a una habitación o si son para aislar alguna estancia del ruido).

Existen muchos tipos de puertas de interior, pero las más habituales son las siguientes:

  • Puertas lisas, que destacan sobre todo porque no presentan ningún relieve ni decoración, incluso en las molduras
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  • Puertas plafonadas o con cuarterones que se caracterizan por estar decoradas con listones de madera tallados, similuando su división y en algunos casos con un cuarterón hueco ocupado por un cristal.
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  • Puertas de cristal: desde siempre han sido un elemento decorativo y elegante. En este tipo de puerta existen muchisimas variedades: una mitad superior de cristal, con varios cristales, o una enteramente hecha de cristal, con la que tendremos una total transparencia y visibilidad (en este caso será muy importante definir el grado de transparencia u opacidad que queremos).
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  • Puerta abatible (moderna o rústica). Estas pueden ser huecas o de madera maciza, lacadas  o con acabado imitando la veta de la madera. Este tipo es el más económico y encaja bien con un diseño arquitectónico moderno.
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  • Las puertas plegables resultan muy prácticas, ya que ahorran espacio y se pueden utilizar para separar dos estancias como salón-comedor o salón y cocina (ademas, son ideales para instalar en habitaciones pequeñas)
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  • Y por último las Puertas correderas, cuya principal ventaja es permitir optimizar el espacio interior de una estancia y aprovechar los espacios pequeños. Dependiendo del material en el que se realicen y de su color, servirán para dar privacidad a una estancia o incluso separar espacios.

En cuanto a los colores vendrán definidos por el resto de la arquitectura interior del hogar. Por ejemplo, el blanco es el color por excelencia del minimalismo, la luminosidad y de la sensación de amplitud. Otra muy buena opción si lo que buscas es elegancia, sobriedad y luminosidad. El negro es un color elegante y que aporta una atmósfera de modernidad y un toque “chic”. El color roble aporta sobriedad y elegancia al ambiente y por ejemplo el color haya, da una apariencia más moderna.

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